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¿Quiénes somos?

La Iglesia ha existido en Gran Bretaña desde los primeros siglos de la época cristiano. Unos dicen que su apóstol fué José de Arimatea. Otros creen que fue San Pablo. Ciertamente, en el Concilio de Aries, convocado por el Emperador Constantino, en el año 313, participaron tres obispos británicos. Al llegar los invasores anglo-sajones en el siglo V, la Iglesia fué confinada a las sierras de Gales e Irlanda. Un siglo más tarde, los anglo-sajones fueron evangelizados por monjes célticos de Irlanda y Escocia y por monjes italianos de Roma. El líder de los monjes romanos, Agustín, estableció la sede de Canterbury en el siglo VI. En el año 644 la rama céltica aceptó la primacía de Canterbury y todos quedaron bajo la creciente autoridad del obispo de Roma.

En los siglos que siguieron, nunca desapareció la tradición que resistía a la autoridad papal. Su más destacado oponente en la «Ecclesia Anglicana» (así se titula en los documentos medievales), era el catedrático y párroco Juan Wiclif (1329-84). Wiclif sostuvo la superioridad absoluta de la Biblia sobre los pronunciamientos de la Iglesia en asuntos de fe y práctico. Insistió que cada hombre, hasta el «mozo de arado», tenía derecho de leerla y oírla en su lengua madre. Wiclif hizo la primera traducción de la Biblia al inglés, la que sirvió de base o otra, hecha por Guillermo Tyndale en 1526, y ayudó a preparar el terreno para una revolución espiritual en Inglaterra.

Una Iglesia Reformada

Al llegar el siglo XVI, los Iglesias que estaban en comunión con Roma se habían alejado mucho de la sencillez y espiritualidad de la Iglesia Apostólica. La tremenda inquietud entre hombres sinceros con relación a este estado de cosas se cristalizó cuando el monje alemán Martín Lutero lanzó su desafío contra las corrupciones de la Iglesia Católico Romana en 1517. Lutero había descubierto en la Biblia una verdad básica que la Iglesia había sepultado bajo un montón de tradiciones humanos. Era la doctrina de la justificación por la fe, según la cual el hombre no puede ganar el perdón de sus pecados par sus propios esfuerzos. Todo el aparato de la Iglesia Medieval — penitencias, peregrinaciones, ayunos, austeridades, absoluciones, misas, reliquias, indulgencias — no valía nada como un medio de reconciliar el pecador con Dios. La reconciliación yo la había efectuado Dios mismo, actuando en Cristo. Dios acepta (justifica) al pecador que está en Cristo. Queda entonces para el pecador el aceptar al Salvador por fe, arrepintiéndose y sirviendo a su Señor en el poder del Espíritu Santo como expresión de su confianza y gratitud. 

Este redescubrimiento creó nueva vida en la Iglesia. Brotó una gozosa libertad toaitual que no pudo ser contenida bajo las formas medievales. Cionicamente, el Papa y los cardenales resistieron los cambios propuestos. Las Iglesias de Europa tuvieron que decidir entre la autoridad de Roma y la autoridad de la Biblia.

Como muchos príncipes europeos de la época, Enrique VIII tuvo motivos políticos para independizar la iglesia de su país del poder de Roma. Fuese lo que fuera su propósito, él no podría haber hecho nada sin el consentimiento de los anglicanos. A ellos no les interesaba en lo más mínimo el tener o no una nueva reina para Enrique. Ellos buscaban una iglesia renovada de acuerdo y a la luz de la Biblia. Cuando la ley, que negaba la supremacía papal, fué introducida por el rey en el parlamento, en 1534, una gran mayoría estuvo a favor. Así había comenzado la Reforma de la Iglesia en Inglaterra.

UNA IGLESIA BIBLICA

Enrique introdujo una Biblia inglesa en cada templo, pero no le agradó tener más cambios radicales. Años antes el rey había recibido el título de «Defensor de la Fe» de parte del Papa, por haber escrito contra Lutero, y retuvo su sospecha de la doctrina reformada hasta el día de su muerte. La Reforma tomó más ímpetu durante el reinado de su hijo, Eduardo VI (r. 1546-53). En 1549, Tomás Cranmer, el arzobispo de Canterbury, produjo el primer «Libro de Oración Común». Este libro y las ediciones subsiguientes han dado al anglicanismo su carácter distintivo junto con una base bíblica.

Por medio del Libro de Oración Común, los cultos públicos han recibido una forma litúrgica que facilita la participación de toda la congregación en su propio idioma. Se preserva mucho de las liturgias antiguas, pero incluye materias compuestas por los reformadores y exhala una atmósfera profundamente evangélica. Se hace provisión para la administración de los sacramentos: el Bautismo y la Santa Cena, instituídos por Jesús. El bautismo de los hijos de los creyentes es recomendado, y al tener uso de razón, cada bautizado debe afirmar sus votos y recibir la imposición de manos por un obispo en el culto de la Confirmación. El orden para la Santa Cena proclama la muerte de Cristo, afirmando que Jesús «fué ofrecido una vez para siempre» (en la cruz) «e hizo allí un solo, perfecto y suficiente sacrificio y propiciación por los pecados de todo el mundo».

La Iglesia Anglicana retiene el ministerio apostólico de obispos, presbíteros y diáconos. Los votos hechos por os candidatos nos recuerdan que ningún ministerio es apostólico si es que rechaza la doctrina de los apóstoles. Los clérigos anglicanos son primeramente pastores y ministros de la Palabra y sacramentos.

El plan de lecturas para los cultos públicos siempre sigue el año cristiano, dando énfasis en cada aspecto de las doctrinas bíblicos fundamentales y proveyendo un sistema amplio para el conocimiento de todas las partes de la Biblia.

UNA IGLESIA COMPRENSIVA

El carácter bíblico de la Iglesia Anglicana no se realizó sin sufrimiento. La reina María (r. 1553-58) intentó hacerla volver a la obediencia romana. Tomás Cranmer, otros obispos, y una muchedumbre del pueblo, fueron quemados por su imperturbable adhesión a principios bíblicos. Este costoso testimonio facilitó el restablecimiento de La Reforma por Isabel 1, (r. 1558-1603). Su excomunión por el Papa en 1570, consumó la ruptura con Roma. Consciente de la diversidad de convicciones religiosas dentro de su reino, Isabel dio un carácter comprensivo y tolerante a la Iglesia «no inquiriendo demasiado en las conciencias». La reina resistió las demandas de los extremistas que toda tradición no explícitamente autorizada por la letra de la Biblia debiera ser eliminado. Los 39 Artículos de Religión, aprobados en 1562, definieron los límites de esta política comprensiva. Desde aquel entonces, el desafío anglicano ha sido: «Muéstrennos que hay algo claramente expuesto en la Sagrada Escritura que nosotros no enseñamos y lo enseñaremos. Muéstrennos que hay algo en nuestra enseñanza y práctica claramente contrario a la Sagrada Escritura y lo abandonaremos».

En los siglos posteriores a la Reforma, la Iglesia Anglicana ha crecido, llegando a tener en el año 1972 más de 65 millones de miembros en todas partes del mundo. En tal año 1.100.000 nuevos miembros fueron añadidos a la Iglesia Anglicana. Es más apropiado hablar de la «Comunión Anglicana», una comunidad de iglesias autónomas, entre las cuales, la Iglesia madre, la Iglesia de Inglaterra, es solamente un miembro. Es interesante notar que en 1900 había 21 millones de miembros en Inglaterra y 6.700.000 en otros países. En 1972 se contaba con 32.500.000 en Inglaterra y un mayor número, 32.900.000, en el resto del mundo. El arzobispo de Canterbury no posee ni desea ninguna autoridad papal aunque por tradición él ha presidido la Conferencia de Obispos que se ha reunido normalmente cada década durante los últimos 100 años, en Lambeth, Londres.

Ni el arzobispo ni la Conferencia pueden imponer sus decisiones sobre las iglesias locales, pero fue en esta Conferencia en 1888 que se acordó tener el «Cuadrilátero de Lambeth» como una base de unificación para el Anglicanismo a través del mundo.

Tal acuerdo acepta las siguientes 4 características para la unidad de la Iglesia:

A) Las Sagradas Escrituras como contenido de todas las cosas necesarias para la salvación.

B) Los Credos históricos como normas de la Fe Cristiana.

C) Los Sacramentos que son dos: el Bautismo y la Santa Cena, como instituídos por Cristo mismo.

D) El Episcopado como una forma válida de gobierno de la

Iglesia; adaptados localmente a las necesidades de las varias regiones y pueblos.

Actualmente la Comunión Anglicana está compuesta de provincias o confederaciones autónomas, formadas a su vez de un mínimo de 4 Diócesis.

Inevitablemente el espíritu de comprensión ha traído mucha diversidad a las Iglesias Anglicanas. Al no forzar a sus fieles a una conformidad absoluta, el anglicanismo pone su confianza en la autoridad del Espíritu Santo «El nos guiará a toda verdad». El Libro de Oración Común y los 39 Artículos, protegen las Iglesias contra herejía, desorden y anarquía, pero no se quita al individuo el derecho y deber de seguir su conciencia iluminada por el Espírito Santo y la Palabra. Su ideal es uno fusión de disciplina corporativa y responsabilidad individual — creyentes que no sean esclavizados, ni por la ley, ni por la licencia.

UNA IGLESIA SUDAMERICANA

Cada miembro de la Iglesia tiene el deber de cumplir el propósito de Dios, tanto en su vida personal como en la vida corporal de la Iglesia.

Los grandes líderes de la Iglesia durante los siglos han definido el fin principal del hombre como «de glorificar a Dios y gozar de El para siempre». La obediencia es el gran secreto para dar cumplimiento a este propósito. Cristo requiere fidelidad de sus discípulos y todos los que confían y siguen a Él deben ser bautizados y confirmar públicamente las promesas hechas al Señor. Los siguientes puntos son un breve resumen de algunas responsabilidades claves para una verdadera lealtad a Cristo en la vida privada y en la iglesia local: el comentario y las citas bíblicos servirán como un estímulo a un mayor estudio del tema.

l — Modelar la vida diaria por el ejemplo de Cristo. — Debemos mantener el testimonio de Cristo no sólo en la iglesia sino en la vida personal y en el hogar. Nuestro testimonio demanda fidelidad tanto en nuestros hechos: Santiago 2:17, como en nuestras palabras: Romanos 10:9, sólo es posible cuando somos llenos de Espíritu Santo: Efesios 5:18; I Pedro 2:21.

2 — Mantener la práctica de la devoción diaria. — La oración, que incluye confesión, alabanza, acción de gracia y petición, es la expresión de nuestra total dependencia de Dios y un medio vital de nuestra comunión con El: Salmo 32: 1 y 5, Salmo 145: 1 y 2, Efesios 6:18; Filipenses 4:6.

3 — Leer parte de la Biblia cada día. — La Biblia es vital para nuestra alimentación espiritual: Jeremías 15:16. Corrige al hombre de Dios: hebreos 4:12, y es también nuestra arma contra los ataques de Satanás: Efesios 6:17.

4 — Participar en la Santa Cena y otros cultos de la Iglesia. — Los mandatos del Señor se han expresado claramente en I Corintios 11:25. Cada miembro debe estar preparado espiritualmente y participar regularmente.

El uso especial de un día de la semana es uno de los mandamientos de Dios: Éxodo 20:8. Después de la resurrección de Cristo, los primeros cristianos empezaron a guardar el primer día de la semana (domingo) en vez del séptimo día (sábado). Esto da énfasis en que la vida del cristiano no está basada solamente en el hecho de la primera creación (Dios descansó el séptimo día, después de la primera creación) sino en la nueva creación espiritual hecha posible por Cristo y su resurrección el primer día de la semana. Lo esencial está en el principio de reservar un día especial para el Señor cada semana y no un reglamento absoluto acerca de un dio. Los cristianos no estamos bajo la ley como reglamento externo - todo esto fue cumplido en Cristo, pero seguimos guardando sus principios espirituales. (Vea Romanos 6:14, Gálatas 3:13 y Colosenses 2:16). El menosprecio del compañerismo cristiano siempre causa flaqueza espiritual: hebreos 10:23·25.

5. — Realizar una labor personal en la Iglesia y en la comunidad. — La Iglesia es el cuerpo de Cristo y cada miembro tiene una parte vital en el servicio de ella. Lucas 9:23; Lucas 10:25-37; Mateo 25:34·40.

6. — Ayudar financieramente en la obra de Dios. — Tenemos el deber hacia nuestro prójimo en general. Esto es posible a través de la obra de la iglesia local, nacional y misionera. Nuestra participación debe ser en proporción a las entradas y no solamente una obligación sino mucho más un privilegio y un medio de muchas bendiciones. I Corintios 16:1·2, Malaquías 3:10.

*Consideraciones sobre la Iglesia Anglicana.

Los factores principales en la identificación de una iglesia están relacionados con sus doctrinas y enseñanzas teológicas. En este sentido la Iglesia Anglicana se siente profundamente unida con las demás iglesias que aceptan la autoridad de la Biblia como la Palabra de Dios y su verdadera revelación.

Lo que distingue a la Iglesia Anglicana de algunas otras iglesias es, en parte, su modo de administración y sus principios de gobierno. No existe duda de que cada miembro tiene la responsabilidad de buscar la voluntad de Dios en el desarrollo de la iglesia. Por medio de concilios elegidos democráticamente, los miembros están representados en cada nivel de administración. Sin embargo, en la Iglesia Anglicana la dirección total no depende solamente de una mayoría porque se mantiene el concepto bíblico de que los líderes de la iglesia tienen una parte principal en el conocimiento de la dirección del Espíritu Santo. Es por esta razón que se reconoce una autoridad legítima de los obispos en la iglesia en general y a su vez de los presbíteros en las congregaciones.

Solamente en casos muy raros, y por motivos muy poderosos puede suceder que un líder actúe sin la buena voluntad y apoyo de la gran parte de los miembros afectados. La Iglesia es una solo y la distinción entre clérigos y laicos no existe para establecer una clase privilegiada en la Iglesia ni para restar de los laicos la responsabilidad de participar en la buena marcha de todo el pueblo de Dios.

La Iglesia Anglicana busca manifestar estos principios en armonía y amor con todos los demás hermanos en Cristo.

La Iglesia Anglicana busca manifestar estos principios en armonía y amor con todos los demás hermanos en Cristo.

UNA IGLESIA UNIVERSAL Y PROTESTANTE

Iglesia «católico» porque están convencidos que ella sigue siendo una parte genuina de aquella, verdadera Iglesia, la Iglesia Universal, que en todos portes y por todos los siglos ha confesado o Jesús como su Señor y Salvador. En la Iglesia Primitivo los cristianos denominaban «católica» a aquella fe y práctica enseñado por la Iglesia Universal, para distinguirla de los errores inculcados por sectas aisladas. Al llamarse católica, la Iglesia Anglicana enfatiza que ella no es una secta herética ni cismática, sino que posee continuidad con la fe, práctica y ministerio de la Iglesia Primitiva. No olvidando nunca que la tradición eclesiástica es inferior a la tradición apostólico-contenida en los Escrituras, el anglicanismo se complace en aprender del pasado. Sus miembros expresan su fe por medio de los Credos formulados en la antigüedad — el Credo de los Apóstoles, el Credo de Nicea y el Credo de Atanasia. Hay respeto por las decisiones de los Concilios Generales cuando no contradicen a la Escritura. El pensamiento de los Padres de la Iglesia, y de los demás maestros fieles que Dios ha dado o su pueblo en cada época, enriquece y profundizo su entendimiento de lo Palabra de Dios.

Los anglicanos insisten que su protestantismo no es lo opuesto del catolicismo original, sino su salvaguardia. El adjetivo «protestante» denomina a aquellas iglesias que testifican a favor de la tradición apostólica encontrado en lo Biblia y aceptada por el catolicismo; envuelve uno protesto contra los doctrinas católico-romanas, o sea aquellas doctrinas añadidas después por la Iglesia de Roma. Se ve la relación bíblica entre católica y protestante bien expresado en los 39 Artículos de Religión; nos enfatizando doctrina católica (por ejemplo Art. 1 - 5) y otras protestando abusos y errores romanos (por ejemplo Art. 21 - 26). A la misma vez los anglicanos también protestan ciertas características de algunas iglesias evangélicas; en particular el sectarismo y fragmentación de iglesias por motivos personales o superficiales y que adolecen de una base sólida en las enseñanzas de lo Biblia. La Iglesia Anglicana insiste en uno autoridad legítima de la Iglesia misma (vea Art. 34) para proteger a las congregaciones de interpretaciones privados y reglamentos resultados de experiencias personales.

Sin embargo, no hemos usado este derecho, sino que sufrimos todo para no causar estorbo al evangelio de Cristo.

(1 Corintios 9:12b) 

Miembros de Cristo Mi Redentor: Miraflores

Miembros de nuestro equipo trabajando en: Zona 3, Guatemala City 

Pastor, Revdo. Dana Craft y Damaris Oliva de Craft

La Declaración de Jerusalén

Nosotros, los participantes en la Conferencia Global del Futuro Anglicano (GAFCON – Global Anglican Future Conference), reunidos en la tierra que vio nacer a Jesús, expresamos nuestra lealtad como discípulos del Rey de Reyes, nuestro señor Jesús. Con gozo asumimos su mandato de proclamar la realidad de su reino, el que fue anunciado por primera vez en esta tierra.

El evangelio del reino es el mensaje de las buenas nuevas de salvación, liberación y transformación disponible para todos. A la luz de lo anterior, acordamos trazar juntos un camino hacia delante que promueve y protege el evangelio bíblico y la misión al mundo. Solemnemente afirmamos las siguientes declaraciones de ortodoxia que reflejan nuestra identidad anglicana.


1. Nos regocijamos en el evangelio de Dios a través del cual hemos sido salvados por gracia, por medio de la fe en Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo derramado sobre nosotros. Puesto que él nos amó primero, nosotros le amamos y como creyentes queremos demostrar frutos de amor, continúo arrepentimiento, esperanza viva y acción de gracias a Dios en todas las cosas.


2. Creemos en las Santas Escrituras: Antiguo y Nuevo Testamento, como la Palabra de Dios escrita y que contiene todo lo necesario para la salvación. La Biblia debe ser traducida, leída, predicada, enseñada y obedecida según su mensaje evidente y canónico, conscientes de la lectura histórica y consensual de la iglesia.


3. Reconocemos los cuatro Concilios 

Ecuménicos y los tres Credos históricos como expresión de la regla de fe de la iglesia que es una, santa, católica y apostólica.


4. Reconocemos los Treinta y Nueve Artículos contienen la verdadera doctrina de la iglesia conforme a la Palabra de Dios que es autoritativa para los anglicanos hoy día.


5. Con alegría proclamamos el Señorío único y universal de Cristo, Verbo e Hijo de Dios, único salvador de la humanidad del pecado, el juicio y el infierno; quien vivió la vida que nosotros no podemos vivir y murió la muerte que nosotros merecemos. Por medio de su muerte expiatoria y gloriosa resurrección, aseguró la redención de todo quien viene a él en fe y nuevo nacimiento.

6. Nos regocijamos en nuestra herencia anglicana litúrgica y sacramental que es una expresión del evangelio y reconocemos el Libro de Oración Común de 1662 como el estándar verdadero y autoritativo para la adoración y la oración, que debe ser traducido y adaptado localmente para cada cultura.


7. Reconocemos que Dios ha llamado y dotado a obispos, presbíteros y diáconos en sucesión histórica para capacitar a todo el pueblo de Dios para su ministerio en el mundo. Reconocemos el Ordinal Anglicano como estándar autoritativo para las órdenes clericales.


8. Reconocemos que Dios ha creado al ser humano como hombre y mujer y el inmutable estándar del matrimonio cristiano entre un hombre y una mujer como el lugar apropiado para la intimidad sexual y la base de la familia. Nos arrepentimos de nuestro fracaso al no mantener este estándar y llamamos a renovado compromiso de fidelidad vitalicia en el matrimonio y abstinencia para aquellos que no están casados.


9. Aceptamos con alegría la Gran Comisión de nuestro Señor Resucitado de hacer discípulos en todas las naciones, de buscar a aquellos que no conocen a Cristo y bautizar y edificar a los creyentes.


10. Estamos conscientes de nuestra responsabilidad de ser buenos administradores de la creación de Dios, de afirmar y abogar por la justicia en la sociedad, y de buscar aliviar y empoderar al pobre y al necesitado.


11. Estamos comprometidos con la unidad de todos aquellos que conocen y aman a Cristo y construir auténticas relaciones ecuménicas. Reconocemos las órdenes y jurisdicción de todos los anglicanos que sostienen la fe y práctica ortodoxa, y los animamos a unírsenos en esta declaración.


12. Celebramos la diversidad entre nosotros, dada por Dios, que enriquece nuestra comunión global, y reconocemos libertad en aquellos temas de práctica y adoración en los que la Biblia no se pronuncia. Nos comprometemos a trabajar juntos para buscar lo que agrada a Cristo en aquellos temas que nos separan.


13. Rechazamos la autoridad de aquellas iglesias y líderes que han negado la fe ortodoxa, ya sea en palabra como en hecho. Oramos por ellos y los llamamos a arrepentirse y volverse al Señor.


14. Nos regocijamos en la esperanza del retorno de Jesús en gloria, y mientras esperamos este evento final de la historia, le alabamos por la manera en que edifica su iglesia a través de su Espíritu, cambiando vidas milagrosamente.

Estamos orgullosos de asociarnos con Caminamos Juntos y compartir su objetivo de hacer crecer las iglesias anglicanas latinas.

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